miércoles, 30 de abril de 2014

Como se crean las supersticiones

La fuerza del rumor con la famosa palabra “dicen que”, en nuestra vida es el causante de la mentalidad mitológica y fantasiosa que muchos de nosotros poseemos. Esta es de tal impacto que llega a cambiar esquemas y es capaz de programarnos en un automatismo destructivo.
La mayoría de las personas preferimos que nos digan las cosas en vez de pensarlas nosotros mismos.
Los mitos aparecen en nuestra vida porque en algún momento nos lo han contado, y preferimos creerlos antes de analizarlos y sacar conclusiones propias.
Si bien hemos desarrollado tecnología, aún no hemos desarrollado por completo nuestra inteligencia, esta sigue siendo como siglos atrás, nuestro instinto de seguir siempre a la manada o de hacer lo que dicen impera más que la misma razón.
"Hoy caminando por la calle, vi una escalera apoyada a la pared de una casa, era una escalera muy grande que ocupaba toda la acera, recordé que “me dijeron que” si pasaba por debajo de esta, eso me traería mala suerte, pero ¿Por qué? ¿Por qué mucha gente evita pasar por debajo de un escalera?

Si pensamos en el origen de este mito (pasar por debajo de la escalera) podemos llegar a una curiosa conclusión: Da mala suerte pasar por debajo de una escalera no porque divinamente fuerzas extrañas influencien a la persona que pase por debajo de ella, sino que; lógicamente deberíamos de asumir que al haber una escalera apoyada sobre una pared, es porque esta cumple alguna función: Alguien ha subido por ella, alguien bajara por ella; usándola para alguna actividad, por lo tanto, si alguien pasa por debajo de esta es posible que entorpezca la acción, o que aquella persona por descuido deje caer algún objeto cuando alguien esté pasando. La probabilidad que esto suceda es poco frecuente, pero le debió de haber pasado a alguien en la antigüedad, y este difundió el rumor que pasar por debajo de la escalera era de mala suerte. El rumor fue creciendo y creciendo que llego a tal escala que hoy escucho por la calle:
- “No pases por ahí dicen que es de mala suerte”.
Las supersticiones se alimenta de mitos. La única forma de salir de ellas es formatear nuestra programación mental, y olvidarnos de ellos, racionalizándolos.

lunes, 28 de abril de 2014

13 supersticiones

Gato negro:
El gato negro es considerado desde el inicio de los tiempos como un animal mágico. En la Edad Media sin embargo, se relacionó a los gatos negros con la brujería (se decía que los gatos negros eran brujas transformadas en tales) motivo por el cual los gatos negros (y gatos en general) eran perseguidos, cazados, metidos en sacos y quemados en hogueras, y les cortaban las cabezas.
Sin embargo no siempre fueron símbolo de mala suerte. En Egipto se los consideraba animales sagrados ya que estaban relacionados con el culto a la diosa Bastet. En la Inglaterra victoriana se consideraba que si unos novios recién casados se encontraban con un gato negro, esto simbolizaba prosperidad en el matrimonio. Y los marineros creían que tener un gato a bordo les traería buena suerte. Más aún sus mujeres solían tener uno en casa, ya que esto parecía "asegurar" que sus maridos volverían sanos y salvos a sus casas después de la travesía.
Brujería y superstición:
Históricamente, los gatos negros fueron asociados simbólicamente a brujería y al mal. En la tradición hebrea y babilónica, los gatos se comparan a serpientes, arrolladas en un hogar. El gato era adorado en Egipto y matar a uno era considerado un crimen capital. Cuando el gato de una familia egipcia moría, se momificaba y la familia se ponía de luto. Los romanos también consideraban el gato sagrado e introdujeron el animal en Europa. En Europa, excepto en Italia, España, Serbia y Montenegro, un gato negro que cruza su trayectoria se considera buena suerte; sin embargo, fueron vistos por la iglesia como asociados a las brujas. Los gatos negros (y a veces, otros animales del mismo color o incluso blancos) se temía que fueran los familiares de brujas. En el siglo XVII, el gato comenzó a ser asociado a la brujería en muchas áreas del mundo. El gato negro fue visto generalmente como buena suerte; sin embargo, en los EE. UU. y zonas de Europa (ej. España), que mantuvieron cazas de brujas, la asociación con las brujas los hizo ser considerados como portadores de mala suerte.

En Escocia, un gato negro extraño en el porche de tu casa es una muestra de futura prosperidad. En Irlanda, cuando un gato negro cruza la trayectoria de una persona a la luz de la luna, significa que va a haber una enfermedad epidémica. En Italia desde hace cientos de años se cree que si un gato negro se pone en la cama de una persona enferma, esa persona morirá. Hace muchos años en Inglaterra, las esposas de los pescadores mantenían gatos negros en sus hogares mientras que sus maridos salían al mar en sus barcos de pesca, creyendo que evitarían que ocurriera algún peligro a sus maridos mientras estaban ausentes. Las supersticiones alrededor del gato negro son algunas de las supersticiones más extensamente conocidas y populares.
En lugares donde no se practicó caza de brujas, los gatos negros conservaron su imagen de buena suerte; todavía se consideran así en Gran Bretaña e Irlanda.
No obstante en otras culturas como la checa, la rumana, especialmente en la región histórica de Moldavia, y en la India, una de las supersticiones más extendidas es que los gatos negros que cruzan su trayectoria representen mala suerte, a pesar





Romper un espejo:

Romper un espejo da mala suerte. Esta creencia es común en todo Occidente cristiano. Se sitúa entre las supersticiones más citadas y proviene para algunos del uso adivinatorio del espejo. En las sesiones de craptomancia de los antiguos griegos, la rotura del espejo anunciaba la muerte. Es probable, sin embargo que esta superstición obedezca a la idea de que la imagen reflejada en el espejo es el doble o el alma de quien los utiliza y que, en consecuencia, romperlo equivale a poner su vida en peligro.
Los poderes que se atribuyen a los espejos comenzaron mucho antes de que se fabricara el primer espejo. Las supersticiones con respecto a los espejos comenzaron cuando los primeros hombres vieron sus reflejos en los estanques y creyeron que eran espíritus o almas, o alguna parte esencial de ellos mismos, que también podía ser dañada.

Los factores económicos son también para algunos, el objeto de esta superstición. Los primeros espejos se fabrican en Venecia durante el siglo XV y estaban recubiertos por una lámina de plata. Eran muy caros, y las señoras para evitar que se rompieran, advertían a los criados que un espejo roto equivalía a siete años de mala suerte. Sin embargo, el sentido común popular aconseja en el refranero: Un espejo roto no admite más remedio que comprar otro. El mal agüero del espejo roto es que hay que comprar otro. Tampoco desaprovecha la ocasión el refranero para criticar a las mujeres que pierden el tiempo ante el espejo: Si mejorada tu casa quieres ver, rómpele el espejo a tu mujer.

El arte de la adivinación por medio del espejo se llama catoptromancia y se realiza mediante una persona que se mira fijamente hasta quedar hipnotizada, momento en el cual se le hacen todo tipo de preguntas. Originario de Persia es uno de los sistemas de adivinación más antiguos.

En Grecia, durante el siglo VI antes de Cristo, se llevaba a cabo con espejos de metal brillante, como el cobre, bronce, plata y oro. En la Edad Media y en la época moderna, se recurría a la ayuda de un niño o de una muchacha virgen, a quienes se les vendaban los ojos y se le colocaba delante o detrás, un espejo.
Pese a que estas prácticas adivinatorias fueron perseguidas por la Iglesia, las crónicas nos hablan de muchos reyes o príncipes que siguieron recurriendo a este método. Entre otros se cita al rey Enrique VII de Inglaterra o a Catalina de Médicis. En 1326, el papa Juan XXII amenazó con la excomunión a los que practicaban la catoptromancia, pues era una creencia muy extendida que los demonios encontraban a veces refugio en los espejos.


Una de las costumbres antiguas era cubrir el espejo cuando algún familiar muere, ya que creían que el espejo atrapaba el alma del fallecido impidiendo que llegase al cielo.  Otra muy frecuente era dar la vuelta hacia la pared para evitar que los niños menores de un año se volviesen tartamudos, no creciesen adecuadamente o muriesen al cabo de un año.
Una superstición europea dice que verse en un espejo a la luz de la vela es llamar a la desgracia. En todo el mundo, muchas personas acostumbran cubrir los espejos durante una tormenta, pues creen que es de mala suerte ver los relámpagos reflejados.
Para ampararse en contra de la mala suerte, algunas novias se quitan un zapato o un guante antes de arreglarse la ropa frente a un espejo de cuerpo entero. De acuerdo con ciertas creencias muy antiguas, es de mala suerte para una novia probarse el vestido antes del día de la boda, así como verse completamente ataviada con él.

Durante el siglo pasado, en muchos pueblos se recurría a este método para desenmascarar al culpable de un robo, encontrar objetos perdidos y otros asuntos semejantes. El espejo corriente se sustituyó por el espejo consagrado, que se entronizaba en un altar y recibía bendiciones y oraciones y también por la bola de cristal, que en muchos casos se impuso sobre aquél.
























Superstición de la sal: 

La sal es un elemento de la tierra, un compuesto de sodio que desde la antigüedad se ha considerado protectora frente a los maleficio y portadora de buena suerte. Puede que esta superstición esté relacionada con la importancia de la sal como conservante de alimentos (salazón...) Además la sal simboliza la alianza del hombre con la divinidad. Este último aspecto queda destacado en la Biblia (Lev. 2, 13). 

Se cree que cuando hay sal en una casa siempre habrá dinero y si se echaba sal en los rincones de las cuadras el día primero de abril se evitaban las enfermedades del ganado. Como amuleto la sal se utilizaba en rituales dibujando un círculo de sal alrededor de aquel que deseaba protegerse contra el diablo. Este círculo era llamado "círculo mágico". Para contrarrestar el mal de ojo se bañaban en agua con sal las plantas de los pies y las palmas de la mano tres veces, se bebía tres sorbos del agua salda y después se echaba al fuego lo que quedaba de dicha agua. Hay sin embargo un remedio para conjurar la mala suerte: echar una pizca de sal por encima del hombro izquierdo, porque de este modo se ciega al diablo y a los malos espíritus, o tirar agua por la ventana. 

Era costumbre echar sal al fuego cuando entraba en casa una persona sospechosa de dedicarse a la hechicería. También se evitaban las visitas de alguien indeseable echando sal donde había estado, recogiéndola y quemándola después. Otro remedio utilizado era echar sal en el umbral después de su partida. Se creía que poniendo un plato con sal debajo de la cama de un enfermo ésta absorbía el mal y protegía contra la enfermedad. Para evitar que un niño sin bautizar fuera objeto de hechicerías se ataba a sus ropas un saquito con un poco de sal cuando se le ponía a dormir en su cuna. 

Es de mal agüero derramar de forma involuntaria la sal o que se caiga un salero: el responsable de ese fatal descuido verterá tantas lágrimas como granos de sal se hayan desperdigado.

 Pretenden algunos que esta creencia procede de la Última Cena, en la que Cristo cometió tal torpeza. El refranero nos lo dice: "Derramar el vino es buena señal, pero no la sal"; "Si se vierte el salero, faltará la razón, pero no el agüero"; "Verterse el vino es buen sino, derramarse la sal, mala señal". Quién pisa la sal derramada tendrá disgustos y si se trata de alguien que va a casarse pronto, no cumplirá este propósito. Aquel que persiga quebrantar la felicidad de unos recién casados le basta con echar sal en el lecho nupcial.


















El paragüas

Nunca ha de abrirse un paraguas en el interior de la casa, ni siquiera en un recinto cerrado y tampoco en el vestíbulo o porche de cualquier lugar. Contravenir este precepto da rienda suelta a un mal que, en ocasiones, puede desencadenar la muerte. Esta superstición es relativamente reciente, puesto que los paraguas, como tales, no fueron introducidos en Europa hasta el siglo XVII.


 Su simbología procede, no obstante de los parasoles orientales, símbolos de la realeza que dimana de la divinidad, y del palio. Desde ese ángulo, se interpretaba que usurpar la condición divina por medio del uso del paraguas o la sombrilla e interrumpir el itinerario del reino de la luz (el sol) contribuía a desairar a los dioses y sólo se permitía que, excepcionalmente, sustituyera al recinto personal de cobijo y protección (la casa) en las salidas al exterior. Así, el abrir el paraguas en casa constituye una doble provocación: por un lado, a la dignidad de los dioses, y por otro, al libre curso del reino de la luz.

 Otra interpretación más racionalista pretende que esta superstición fue creada de forma artificial, en los orígenes de la implantación del paraguas en Europa, con el fin de evitar los posibles accidentes que los primeros y desprevenidos usuarios del armatoste provocaban al intentar abrir las primeras varillas, que eran metálicas. No obstante la simbología oriental que establece una vinculación del paraguas (artefacto moderno) con las fuerzas, maléficas y benéficas, de la naturaleza persiste en nuestro país y, en esa línea el que abre un paraguas en día soleado ha de ser consciente de que está invocando, cual anónimo chamán, la lluvia. Si el paraguas se nos cae, anuncia una decepción en el plano amoroso o de los negocios. En este caso, ha de ser siempre otra persona la que lo recoja del suelo para, de este modo, evitar el riesgo. Si un paraguas abierto se usa de ventilador, girándolo y girándolo, espanta la suerte y si, impulsado por el viento, se vuelve hacia atrás, también. 

No se puede colocar un paraguas sobre la cama y tampoco sobre una mesa, aunque si alguien se le olvida en algún lugar extraño, es signo de que el destino le tiene reservada alguna sorpresa agradable.




















Martes 13

Si el número 13 por sí solo es considera de mal agüero es aún más fatídico si coincide en el calendario con el martes, según la tradición española, o con el viernes en el equivalente anglosajón. El origen de la maldad atribuida al martes se debe a su asociación con el dio Marte, dios de la guerra que implica la muerte. 

La consideración del martes como día fatídico ha dado origen a varios refranes: 
* El martes, ni te casas ni en embarques. 
* El martes ni gallina eches, ni hija cases. 
* El martes ni hijo cases, ni cochino mates. 
* En martes ni tela urdas, ni hija casas, ni las lleves a confesar porque no dirán la verdad. 
* El martes ni tu casa mudes, ni tu hija cases, ni tu ropa tajes. 

Al parecer cortarse las uñas en el aciago martes saldrán padrastros. Los hijos nacidos en martes serán desgraciados, tendrán una vida corta y su ideal será la guerra. La tradición anglosajona considera el viernes como día de mal fario por ser el día en que Cristo fue crucificado. La unión del viernes y el trece se ha popularizado en España como consecuencia de la serie de películas "Viernes 13" ("Friday the 13th"). En la tradición anglosajona del viernes, correspondiente a nuestro martes, da mala suerte cortarse las uñas y el pelo durante ese día.














Pasar debajo de una escalera:
Pasar por debajo de una escalera da mala suerte: elimina toda la posibilidad de casarse durante ese año.
Si alguien, por despiste, ha traspasado el nefasto triángulo, tiene numerosos recursos para conjurar la mala suerte: hacer el signo de la figa, cruzar los dedos hasta ver un perro, escupir tres veces a través de los escalones o una vez por encima del hombro derecho, escupir en el zapato y continuar el camino sin volverse hasta que la saliva esté seca.
Debe evitarse siempre alargar o coger un objeto a través de los peldaños, o pararse en un escalón impar. Ha de preferirse siempre la escalera con un número impar de escalones. Saltarse un escalón al subir anuncia un revés de fortuna y caerse de una escalera, además de la posibilidad de partirte la cabeza, significa pérdida de dinero.
Con respecto a las escaleras que unen dos pisos, se recomienda hacer el signo de la cruz al pisar el primer escalón para evitar un tropezón. Caerse por una escalera es de buen augurio si ocurre subiendo, pero un mal presagio si es bajando. Cuando a mitad de las escaleras se acuerda uno de que ha dejado olvidada alguna cosa, se recomienda primero subirlas todas y luego bajar por ella, para evitar la mala suerte.


Teniendo en cuenta su origen religioso no es raro que sea de buen presagio soñar que se sube una escalera y de mal agüero y contrariedades bajarla. Fuera del mundo de los sueños está considerado de buen augurio y signo de próxima boda caerte por la escalera si en ese momento la vas subiendo, y por el contrario de mal agüero y signo de asistencia a un funeral caerte si las estás bajando (dependiendo de la gravedad de la caída podría ser el propio: mucho cuidado).
La mala suerte de esta superstición se debe a que cuando la escalera se apoya contra la pared forma un triángulo, que la tradición popular identificó con el símbolo de la Santísima Trinidad. Antiguamente el pueblo llano pensaba que estaba prohibido pasar por debajo de este arco sagrado.


Otra versión plantea que este triángulo corresponde al que formó la escalera por la cual se bajó el cuerpo de Cristo con la Cruz y el suelo. Se decía que en este triángulo vivían la maldad y el diablo. En la Biblia, Génesis, 28, 12, se relata la visión de la escalera de Jacob, que se apoyaba sobre la tierra y tocaba con la cabeza en los cielos, y por la que subían y bajaban los ángeles de Dios. Es decir, un puente vivo entre la tierra y el mismísimo cielo, la figura de la comunión con Dios que los hombres buscan a través de la religión.


Una versión, algo menos religiosa del origen de esta superstición está en los antiguos métodos de pena de muerte: desde la crucifixión hasta la horca, tan recurrente en las películas del Oeste americano. Se suponía que con esa escalera se bajaban los cuerpos de los ajusticiados y no era de buen augurio.






















El color amarillo:
La tradición cristiana asoció este color con el del azufre de los infiernos y le dio una significación peyorativa convirtiéndolo en imagen del orgullo, de la falsedad y la traición. Es además el símbolo del adulterio. En la Edad Media, los herejes y los apestados vestían de amarillo. Las ciudades donde se había declarado una epidemia estaban obligadas a señalarlo con una bandera amarilla.
En los orígenes del sindicalismo revolucionario, se denominó amarillo al sindicalismo de inspiración patronal que traiciona la noción de lucha de clases y la prensa amarilla es aquella que deforma los hechos con fines espurios.
A principios del siglo XIII, el Papa Inocencio III estableció los colores de la liturgia y excluyó el amarillo, por lo que es el único que está ausente de los rituales católicos.
El color amarillo está proscrito, no sólo en España sino en toda Europa, entre las gentes del teatro, que lo consideran particularmente maléfico: no lo permite ni en decorados ni en vestimentas. Esta superstición parte de que Molière murió vestido de amarillo.
Sin embargo, la prevención contra este color procede de los tiempos de la Inquisición. A muchos cómicos se les impuso el San Benito, una túnica amarilla de penitente con una cruz de San Andrés a la espalda con la que debían deambular por las calles expuestos al escarnio público. Muchos toreros abobinan también el color amarillo.
Asociado al sol y al oro, sin embargo, el amarillo es el color de Apolo, dios de la luz, y el emblema del poder de emperadores, reyes y príncipes. Entre los primeros cristianos, el amarillo oro representaba la vida eterna, la fe y el amor divino, y durante la Edad Media se solía representar a San Pedro con una túnica de color dorado.
Pálido u ocre da mala suerte, ya sea en los vestidos o en la decoración de la casa. Sólo a un Jockey masoquista se le ocurriría salir al hipódromo vestido de amarillo: los precavidos evitan este color.

























El mal de ojo 
Se suponía que algunas personas, brujas y hechiceras, especialmente si gozaban de alguna característica especial en los ojos, tenían el poder de causar enfermedades y desgracias con su mirada. se decía que los niños eran más propensos que los adultos a ser víctimas del mal de ojo. Es curioso citar aquí el famoso proceso de las brujas de Salem en el cual una de las procesadas, la señora Bishop, fue acusada de mirar de tal modo a las muchachas del lugar que se desplomaban inmediatamente. Existen diversos remedios contra el mal de ojo: uno de ellos es el conocido gesto que se hace con el puño cerrado, sacando el dedo pulgar entre el índice y el corazón, diciendo al mismo tiempo:"taf tafio anaquendavit".

 La otra receta es escribir con azafrán, alcanfor y lágrimas del enfermo la palabra ABAYA en una escudilla de madera; se echa agua rosada en la escudilla y se da de beber al paciente víctima del mal de ojo. Así mismo hay multitud de remedios y amuletos que protegen del mal de ojo, como el ajo, los objetos de oro y plata, los pedazos de cuerno y las herraduras. Los ojos y otras supersticiones Antiguamente, las comadronas tenían la costumbre de lavar los ojos de los recién nacidos con agua en la que se había puesto a remojo, después de secarla al Sol, la placenta materna. La costumbre de cerrar los ojos de los muertos procede de la creencia de que si a un difunto le quedan abiertos los ojos pronto le seguirá un familiar o conocido.


Tocar madera
El origen de la superstición de tocar madera como antes decíamos no es único sino que hay varias hipótesis. En general la creencia extendida es que tocar madera desvía la mala suerte.
La madera ya era usada por las civilizaciones antiguas elemento de la naturaleza, los griegos pensaban que el dios Zeus se relacionaba con el roble.
Los celtas como muchas otras culturas antiguas eran animistas, pensaban que objetos comunes y elementos de la naturaleza como los árboles tenían alma. Los dioses representaban sus dioses en la tierra. Tocar madera para los celtas era una forma de alejar la mala suerte y atraer la protección.
En los árboles según la mitología celta habitan duendes y hadas. En Irlanda dar pequeños golpes en un árbol simboliza dar las gracias a los duendes.
Los pueblos cristianos atribuían la protección de la madera a la cruz de Jesús. El tocar madera simbolizaba una forma de súplica para pedir protección. 
Otras hipótesis sobre la superstición de tocar madera, nos llevan al siglo XIX, cuando se jugaba un juego llamado Knock On Wood, tocar madera era como considerado territorio  neutral, como en los jugos de niños se dice "esto es casa" y en ese lugar nada  malo ocurre.
Tocar madera sin patas.
Otra variante de esta superstición se relaciona con tocar madera de una puerta, un cuadro, no vale una mesa, o unas sillas. Esta última parte no se sabe si es para dificultar aún más la tarea de tocar madera, así que si alguien necesita tocar madera y no tiene una puerta, cuadro o árbol a mano se suele tocar la cabeza.


Cruzar los dedos:

Este gesto parece provenir de los pueblos de Inglaterra. En el siglo XVI los accidentes, enfermedades y otros infortunios eran atribuídos a los actos de fuerzas malignas. Las brujas, fantasmas, duendes y otros seres sobrenaturales eran considerados muy reales. La gente confiaba en la fuerza de la fe cristiana para contrarrestar las influencias negativas. Toser, estornudar e incluso mencionar la gripe (que para muchos era símbolo de la peste) eran consideradas razón suficiente para hacer la señal de la cruz.
La forma correcta de hacer la señal de la cruz implica tocar la frente, el pecho y los hombros con la mano derecha, pero se creía que el símbolo podía realizarse de manera más discreta. Así, cuando se estaba en presencia de alguien de quien se sospechara que tenía contacto con los seres malignos se podía hacer una "cruz", ya fuera cruzando los dedos índices de cada mano, o cruzar el dedo índice y medio de la mano derecha.
Por supuesto también se podían llevar cruces y biblias para usarlas como talismanes, y se creía que, como en las películas del conde Drácula, estos objetos combatirían las fuerzas oscuras. También se podía llevar una guirnalda de ajos e incluso pequeños cascabeles, con cuyo ruido se esperaba asustar a los demonios.
Con el tiempo el significado original del cruce de los dedos cambió, y pasó de ser un talismán contra los espíritus malignos a un anmuleto instantáneo de buena suerte.
Levantarse con el pié izquierdo


El uso de esta frase está referido a la superstición, “tener mala suerte”, atribuida en este caso al hecho de haberse levantado de la cama por el lado izquierdo ó apoyar primero el pié izquierdo.
Se dice que si por error se comete este desliz se puede contrarrestar la mala suerte haciendo la señal de la cruz tres veces y volviéndose a acostar para levantarse más tarde apoyando primero sobre el suelo el pie derecho.
Al contrario de las expresiones que utilizan el término derecho ó derecha, cuando se utiliza el concepto de izquierdo ó izquierda se la relaciona normalmente con la mala suerte,lo maldito, lo malo.
El pie izquierdo siempre ha sido impopular y signo de mala suerte, desde el hecho de levantarse hasta el de acostarse con él.
El origen de esta superstición es muy antigua. En España puede tener su origen en la tradición celta y en el movimiento solar, siempre hacia la derecha. 
Ya Petronio menciona en el Satiricón, xxx:«Empachados con tanta decoración, nos disponíamos a penetrar en el triclinio, cuando un esclavo encargado de esta función especial, gritó: "Primero con el pie derecho, señores". Al instante temimos que alguno de nosotros ya hubiera transgredido la orden de atravesar el umbral de esta manera. Después todos avanzamos un paso con el piederecho.»

 San Juan Crisóstomo, en las Hornilías a los Efesios, XII, también se refiere al pie izquierdo con estas palabras:
«Yo mismo salía poniendo primero el pie izquierdo y esto... es una señal de mala suerte». 
- Cuando se sale de casa trae mala suerte empezar a caminar con el pie izquierdo.

- Para subir o bajar escaleras se debe empezar con el pie derecho.

- Al embarcar o desembarcar hay que poner primero el pie derecho porque es de mal agüero hacerlo con el izquierdo.

- Se dice que si se entra en casa ajena con el pie izquierdo se trae la mala suerte a sus habitantes.

- Cuando la novia sale de casa para ir hacia la iglesia debe poner primero el pie derecho; en caso contrario tendrá disgustos en su matrimonio.

Las herraduras:

Por lo general cuando pensamos en una herradura la vinculamos inmediatamente con la suerte, la superstición nos indica que cuando encontramos una herradura en nuestro camino debemos pedir un deseo y arrojarla por detrás de nuestro hombre sin mirar atrás. Pero, todo parece indicar que tiene más aplicaciones esotéricas y mágicas.
Las herraduras además de ser objetos de buena suerte, transmiten señales ocultas. Este oráculo disputa su origen entre numerosos países europeos y unos cuantos del norte de África. Aunque según cuenta la historia, fueron los griegos quienes crearon este oráculo, ya que, a comienzos del siglo VI, difundieron el uso de la herradura.
De los rumanos se ha heredado la costumbre de ubicarla en el marco de la puerta para obtener buena suerte o para que todo lo que llegue a nuestro hogar sea armonioso. Para alcanzar señales reveladoras del destino, los rumanos arrojan herraduras al aire.
Según la superstición para augurar un proyecto, una reunión, un viaje, una nueva relación, no se deben usar herraduras nuevas, ya que éstas son poco confiables y engañosas, el motivo era que no habían recorrido el mundo, ni habían estado en contacto directo con él para poder comunicar las señales del destino. Es decir todas las herraduras no tenían el don de augurar, las ventajas las llevaban aquellas que eran más viejas, las que habían sido usadas y halladas principalmente en una encrucijada. Estas eran las que mejor respondían a todo cuanto se les preguntaba, eran una señal de los dioses y otorgaban buena suerte.



sábado, 26 de abril de 2014

Peliculas malditas

Hay películas que no pueden escapar de su fama trágica. Filmes marcados por la fatalidad, eternos en la memoria de los espectadores por su relación con la muerte o lo insólito. Actores que mueren antes de verse en la pantalla, guiones trágicos que salen de la ficción para enlutar la vida de quienes los interpretaron. Porque el cine está plagado de misterios,aquí tenemos una lista de aquellas películas malditas de todos los tiempos. Demos una vuelta… 

Batman, el caballero oscuro (2008)

Se trata de la película "maldita" más reciente. Desde que el filme se terminó de rodar, episodios trágicos acosaron a tres de sus personajes. Primero, la muerte del actor australiano Heath Ledger, "el Joker", quien apareció muerto en su habitación tras haber ingerido una sobredosis de somníferos y ansiolíticos, en enero de este año. Más tarde, el británico Christian Bale fue arrestado porque habría atacado a su madre y hermana en Londres. Finalmente, Morgan Freeman, también parte del filme, tuvo un accidente automovilístico y, poco después de ser dado de alta se divorció de su mujer. 




El Cuervo (1994)

En la breve, pero extraordinaria vida de la estrella marcial Bruce Lee, una de sus películas quedó registrada como una temible profecía que iba a cumplirse años después de su muerte. 
El film en cuestión era El juego de la muerte,(1978), en donde, en un papel muy autobiográfico, Lee hace de un actor famoso que sufre la persecución de una organización mafiosa y, por lo tanto, decide fingir su muerte durante un accidente en el set de filmación. 
Fatalmente, Lee muere (realmente) antes de completar la película, en circunstancias que dieron lugar a numerosas teorías. 
Años más tarde, el director Robert Clouse decide terminar el film utilizando dos dobles de Bruce Lee, y algunas escenas de archivo. 
En 1994, Brandon Lee, hijo de Bruce, un actor y artista marcial en ascenso, filmando la película El Cuervo, es herido de muerte durante un accidente de filmación. 
El círculo termina de cerrarse. La muerte de ficción ideada por Bruce Lee, se vuelve real años más tarde en el cuerpo de su propio hijo y, otra vez, la historia se repite. 
La película es terminada sin su estrella, pero esta vez (acorde a la época), es retocada digitalmente. 



La trilogía Poltergeist (1982,1986 y 1988)

La siniestra historia detrás esta película ya es un clásico de los mitos del celuloide. Apenas estrenada, en 1982, Dominique Dunne, quien personificaba la hija adolescente de la familia, fue asesinada brutalmente por su novio. Seis años más tarde y a poco de finalizar el rodaje de "Poltergeist III", Heather O’Rourke (de 12 años), la pequeña protagonista de los tres filmes de la saga, se levanto con algunas dolencias en el pecho para luego fallecer en el hospital, con un diagnostico fatal: estenosis intestinal. La mala fortuna también causó desapariciones como la de Will Sampson, convocado para interpretar a un chamán con poderes curativos en "Poltergeist II". Al terminar el rodaje, el hombre fue diagnosticado con un cáncer que lo llevó a la tumba. Otro actor, Julian Beck, quien en la segunda parte encarnaba a un sacerdote malvado, fue hospitalizado en una clínica de Los Ángeles al terminar el rodaje y, en 1985, murió de cáncer de estómago




El bebé de Rosemary (1968)
 
Dirigida por Roman Polanski, la tragedia que constituye el relato de esta película luego enlutaría la vida real de su director. A menos de un año de su estreno, la mujer de Polanki, la también actriz Sharon Tate, y un grupo de amigos fueron torturados y asesinados por Charles Manson y sus acólitos, en lo que se denominó "asesinatos del 10050 de Cielo Drive". Aquellos que hayan visto El bebé de Rosmary , entenderán las enormes coincidencias con el asesinato de Tate, quien estaba embarazada de ocho meses, a manos de miembros de una secta. 




Rebelde sin causa (1955)

El filme que lanzó a James Dean al estrellado arrastra el mito de la maldición. Sus tres actores principales James Dean, Natalie Wood y Sal Mineo murieron de forma trágica. James Dean murió en un accidente de tráfico ese mismo año; Natalie Wood, en 1981 en un confuso accidente náutico; y Sal Mineo en 1976, alcanzado por una bala perdida procedente de un enfrentamiento entre pandillas. 




El exorcista (1973)

Ellen Burstyn , la actriz que interpretó a la madre de Regan, la niña poseída, le aclaró al director que aceptaría el papel si retiraban una frase del guión que ella debía decir. La oración era: ‘’Creo en el diablo!”. El temor de Burstyn, de alguna manera, presagiaba la sensación de algunos miembros del elenco y cuerpo técnico sobre el film. No se puede jugar con el diablo, sin sufrir algún tipo de consecuencias.  
La muerte de nueve personas relacionas con la película durante el año que duró la filmación, parecen demostrar que los resquemores de Burstyn no eran infundados. 
Mas allá de la histeria colectiva que provocó en algunos espectadores demasiado sensibles, la maldición alrededor de El Exorcista se hizo pública durante el rodaje, y aún hoy se habla sobre los extraños hechos que tuvieron lugar, como el misterioso incendio de un decorado. 
Es muy fácil tratar de interpretar estos hechos como parte de una maniobra publicitaria, pero no es nada común que se produzcan tantas muertes durante una película. Entre ellos los actores Jack McGowran y Vasiliki Maliaron, fueron algunos que no llegaron al día del estreno. 


El conquistador de Mongolia (1956)

La película, una suerte de biografía de Genghis Kahn, fue un fracaso de taquilla que sólo llegó a la fama porque quienes participaron en su rodaje quedaron atrapados en la tragedia: de los 220 integrantes de la película, años después, 91 habían desarrollado algún tipo de cáncer. Hacia 1981, 46 de los enfermos ya habían muerto. El origen de la maldición tuvo que ver con las locaciones utilizadas, ya que el filme se filmó en el desierto de Utah, junto a unas instalaciones militares donde se experimentaba con bombas nucleares. No obstante, la relación de causalidad entre las pruebas militares y los casos de cáncer nunca fue del todo demostrada. 


El mago de Oz (1939)

Desde el comienzo de su rodaje, el filme estuvo signado por la mala suerte: primero, el primer actor en encarnar al hombre de hojalata tuvo que renunciar al puesto después de experimentar una reacción alérgica causada por la toxicidad del maquillaje. Luego, el perro protagonista fue pisado por uno de los guardias de la bruja y debió ser sustituido. Por su parte, la bruja del Oeste sufrió graves quemaduras y, más tarde, su sustituta se lesionó a causa de una explosión producida en el palo de su escoba. 

malditas

jueves, 24 de abril de 2014

Obras teatrales malditas

Los teatros cuentan con varias leyendas de apariciones, aparecidos, extraños ruidos, siniestros personajes, pero en el mundo del teatro los actores y directores también tienen muchas supersticiones. 

Una de las supersticiones más conocidas dentro del mundo del teatro es la del color amarillo. Muchos no sabrá por qué los actores tienen esa pequeña manía al color amarillo. Si se lo ponen en el estreno pueden hacer que la obra no salga bien, o que haya desgracias y hasta la muerte de quien lo lleve. 
Toda esta superstición nada mas y nada  menos proviene de la ultima obra que realizó Jean Baptiste Poquelin mas conocido como Moliére, uno de los autores de teatro más interpretados, en su vida en la cual aparte de escribir muchas de las mejores obras conocidas como Tartufo, Don Juan, El avaro, y muchas otras, también las interpretó, el día del estreno de su ultima obra, “El enfermo imaginario”, Moliére representaba este papel vestido con una especie de bata amarilla. Dicen que esta obra era un espejo de su vida, estaba representando un enfermo hipocondríaco, y el día del estreno cuando ya estaban por el cuarto acto, le dio un fatídico ataque de tos, debido a la enfermedad que padecía, la tisis (tuberculosis). A la murió entre vómitos de sangre provocándole estos la asfixia que hizo que su vida se esfumara.

Desde el día del estreno de su obra póstuma exactamente el 17 de febrero de 1673, esta triste historia real ,hizo que la leyenda  se extendieran por los camerinos de todos los teatros del mundo, a los pocos meses el color amarillo desapareció de los escenarios. Esta obra: El enfermo imaginario, ha sido siempre una obra que a muchos directores les ha dado miedo interpretar .
España también tiene sus propias obras malditas, en este caso se trata de una zarzuela La Tempestad, del autor Ruperto Chapí con libreto de Miguel Ramos Carrión.
Esta obra fue todo un éxito en 1882, a pesar de las críticas que tuvo en la época.
A raíz de entonces en los teatros y lugares donde se ha montado esta obra la desgracia se ha cebado con ellos. Representantes arruinados, directores sin obras, actores sin empleo…
El infortunio es el protagonista cuando se habla de La Tempestad.

Otra zarzuela, que ha llevado a la superstición es la famosa Leyenda del Beso, esta obra de Reveriano Soutullo y Juan Vert, tiene una parte maldita para muchos entendidos, lo que se llama la Romanza de la amapola.
En esta escena se ve como una gitana llamada Amapola lee la mano a nuestro protagonista, un joven noble llamado Mario, se dice que en esos momentos la mala suerte se apodera del actor, puede llegar a causarle un sin fin de desgracias y en ocasiones hasta la muerte. Esta parte del Acto II en diversas ocasiones ha sido omitido, por miedo a las desgracias o por miedo al fracaso.

Y no son de ahora estas creencias. En la Crónica Sueca podemos leer un hecho bastante curioso y escalofriante.
Corría el año 1513 y se estaba representando en el palacio de Alborg la obra El Misterio de la Pasión ante Juan II, rey de Suecia, Dinamarca y Noruega.
El actor que representaba a Longinos, emocionado por el ímpetu de su papel, clavó realmente la lanza en el costado del desventurado actor que hacía de Cristo, cayendo muerto al instante, aplastando en su caída a la actriz que hacía de Virgen María.
El rey Juan II, encolerizado por lo que estaba viendo, subió al escenario, se lanzó contra el actor culpable del desaguisado y le cortó allí mismo la cabeza. A la salida del espectáculo, los otros asistentes, a quienes les había gustado el modo tan realista de representar a Longinos, en un arrebato de furia mataron al monarca. Todo un lío histórico, tanto que le tuvo que suceder en el trono Cristián II.
La mencionada obra, teñida ya de sangre, no se volvió a representar durante años...
Se podría decir que es el colmo de la mala suerte sino supiéramos que existen otros ejemplos muy significativos, aunque mucho menos sangrientos.

Aunque para fatalidad la que tuvo el cantante de ópera norteamericano Leonard Warren que, en 1960, actuaba en La forza del destino –de Verdi– en el Teatro Metropolitan de Nueva York, representando el personaje de Don Carlo.
Acababa de iniciar la famosa aria: “¡Oh fatal urna de mi destino!”, y cuando llegó precisamente a la palabra “fatal”, se tambaleó, cayó hacia delante de repente y murió de un ataque cardíaco. Ni que decir que desde ese momento esta ópera y esta aria, en concreto, empezó a generar cierta desazón…

Además de obras, existen autores que adquirieron el dudoso privilegio de ser considerados nefastos. Un claro ejemplo es el del dramaturgo y escritor barcelonés Jacinto Grau, autor de comedias como Don Juan de Carillana (1913) o El hijo pródigo (1918).
Sin embargo su fama de autor nefasto está dada por El señor de Pigmalión (1921) donde aborda el tema del teatro dentro del teatro.
Pues bien, en España ningún empresario quería representar sus obras, y en concreto ésta última, por su terrible fama negativa. En un reportaje concedido en 1974 al matutino La Nación, José Cibrián contaba que cuando su padre puso en escena la citada obra en un teatro de Madrid, en la década de los años 30, todo el mundo le llamaba insensato, y más aún cuando en uno de los últimos ensayos uno de los intérpretes se presentó, pese a que padecía una seria dolencia pulmonar.
El actor pagaría con su vida el exceso de profesionalismo, y muchos compañeros le atribuyeron la desgracia a la presunta influencia nefasta de don Jacinto, renunciando a sus papeles.
La mala suerte parecía acompañarle a todas partes, durante una conferencia que Jacinto Grau dio en un teatro de Buenos Aires, se cayó la lámpara del techo hiriendo de gravedad a varias personas.

Y estás son algunas de las obras teatrales consideradas malditas.

martes, 22 de abril de 2014

Macbeth

Macbeth, una de las tragedias más conocidas de William Shakespeare. Es una tragedia en cinco actos, en prosa y en verso. Fue compuesta hacia 1606 y publicada por primera vez en 1623. Está inspirada en un personaje real: Macbeth, rey de Escocia, y son la ambición y la traición sus ejes principales. 

Más allá de su significado o su historia, Macbeth es conocida por la superstición ampliamente difundida que predice mala suerte y todo tipo de desgracias a aquel que se involucre en su producción, hasta tal punto, que la propia mención de su nombre debe ser evitada, usando para ello otros térmicos como "la tragedia escocesa" o "la innombrable".
El propio argumento ya nos pone sobre la pista. Al noble Macbeth le mueve la fatalidad escrita en las estrellas y la ambición es lo que genera que entre en un proceso de autodestrucción. Tres brujas le anuncian un destino que le llevará en poco tiempo a ser rey de Escocia. 


El cumplimiento inmediato de la primera profecía y la ambición de su esposa, le llevarán a cometer un crimen para alcanzar lo que antes le habían augurado. 
Los viejos actores creen que las canciones de las hechiceras en Macbeth poseen el poder misterioso de echar maldiciones y a muchos les desagrada tomar parte en la pieza. Incluso existe una leyenda urbana que asegura que todo aquel que interprete el papel de Macbeth tendrá sonado fracaso en su carrera teatral. 

Su mala fama, según los veteranos, viene inducida por los maleficios auténticos que Shakesperare adjuntó a sus palabras, invocando, con estos, a entes terroríficos y horribles accidentes que se sucederán unos tras otros. Las razones de estas creencias radican en una extensa lista de hechos luctuosos relacionados con diversas producciones de la "tragedia escocesa", una cronología de lo trágico desde el mismo momento de su estreno, en 1606, cuando el muchacho que interpretaba a Lady Macbeth, Hal Berridge, enfermó súbitamente y murió en el mismo backstage. 

Si este primer suceso no puede ser muy halagüeño, tampoco los que sucedieron posteriormente, entre los que se cuentan los siguientes: 

Año 1672. Holanda. El actor que interpreta a Macbeth cambia la daga de utilería por una real y mata al actor que interpretaba a Duncan ante los aterrados ojos de los espectadores. 

Año 1703. Estreno de la temporada teatral en Londres. Una de las más violentas tormentas de la historia azota la ciudad. 

10 de mayo de 1849. Nueva York. El actor británico William Charles Macready y su rival el norteamericano Edwin Forrest, montan por su cuenta la obra, coincidiendo ambos. Simpatizantes de Forrest acuden a la representación de Macready en el Astor Place Opera House para arrojar frutas y sillas al escenario durante la representación iniciando una reyerta. La policía fue llamada para controlar a la multitud y durante el tiroteo resultante mueren más de 20 personas y decenas resultan heridas. 

Año 1865. Abraham Lincoln lee a varios de sus amigos algunos pasajes de la obra, en especial la parte que sigue al asesinato de Duncan. Menos de una semana después él mismo es asesinado. 


Año 1928. Londres. Una parte de la escenografía del Royal Court Theatre se desploma lesionando a varios miembros del elenco. 

Año 1937. Laurence Olivier interpreta el papel principal. Un contrapeso se desploma sobre el escenario, cayendo apenas a medio metro de él. 

Año 1942. La producción que protagoniza John Gielgud se ve afectada por la muerte de tres actores, dos brujas y Duncan, además de un suicidio. 

Año 1947. El actor Harold Norman es apuñalado durante la secuencia de esgrima del último acto y fallece a causa de sus heridas. Se dice que todos los jueves su fantasma ronda el Coliseum Theatre de Oldham. 

Año 1953. Producción al aire libre en Bermuda. Una fuerte ráfaga de viento que lanza humo y llamas hacia la audiencia durante la escena del asalto final al castillo. Charlton Heston, quien interpreta a Macbeth, sufre quemaduras en las piernas porque sus mallas habían sido accidentalmente salpicadas con keroseno. 


La fatalidad se encargó de aumentar su mala fama en el año 1964, cuando se quemó un teatro nuevo en Lisboa que estaba representando esa misma obra. La última “víctima” de esta especie de maldición ha sido Peter O’Toole que no pudo triunfar con esta obra cuando la llevó a escena. Aunque para fatalidad la que tuvo el cantante de ópera norteamericano Leonard Warren que, en 1960, actuaba en La forza del destino –Verdi– en el Teatro Metropolitan de Nueva York, representando el personaje de Don Carlo. 

Acababa de iniciar la famosa aria: “¡Oh fatal urna de mi destino!”, y cuando llegó precisamente a la palabra “fatal”, se tambaleó, cayó hacia delante de repente y murió de un ataque cardíaco.


Año 1971. La producción de David Leary sufre dos incendios y siete robos. 

Año 1981. J. Kenneth Campbell, quien interpreta a Macduff, es asaltado pocos días después del estreno en el Lincoln Center.